Introducción

Año con año al comenzar el otoño, siguiendo un llamado que aún es un misterio para el hombre, la mariposa monarca de América del Norte realiza el viaje más largo y multitudinario que se conoce entre los insectos.

La migración de la mariposa monarca

Tras habitar todo el verano en los extensos campos y bosques de un territorio que cubre el centro y noreste de Estados Unidos y la frontera sureste de Canadá, este frágil insecto vuela, en oleadas de millones, más de cuatro mil kilómetros hacia el sur, hasta llegar a las montañas de la majestuosa Sierra Madre Oriental en la región central de México, donde pasará el invierno.

Dr. Fred Urquhart descubre el secreto

Durante mucho tiempo el destino final de la migración de la mariposa monarca Danaus plexippus fue un misterio para los científicos. Pero en 1975 el zoólogo canadiense Fred A. Urquhart, acompañado de Kenneth Brugger y Rafael Sánchez Castañeda, descubrió, en una zona de la Sierra Madre Oriental limítrofe entre los estados de Michoacán y de México, un conjunto de cañadas de 2700 a 3300 metros de altura que servían como refugio invernal a esta mariposa.

Escribió Urquhart sobre este maravilloso descubrimiento: “Mariposas, ¡millones y millones de mariposas monarca! En apretados racimos colgaban de cada rama y cada tronco de los altos, grisáceos árboles de oyamel. Revoloteaban por los aires como hojas de otoño y cubrían de llamativas miríadas el suelo de esta zona montañosa de México.”

Migración de la mariposa monarca basado en diagramas de Harald Süpfle
Migración de la mariposa monarca basado en diagramas de Harald Süpfle

Este descubrimiento fue la constatación de uno de los fenómenos más sorprendentes de la naturaleza: de un día para otro, como guiadas por una poderosa fuerza magnética, estos frágiles residentes veraniegos de un vastísimo territorio que abarca mucho más de la mitad de Estados Unidos, migran en oleadas apresuradas hacia el sur, cruzando praderas, valles, montañas, desiertos y ciudades, pasando la frontera con México a la altura de Texas, para confluir por millones, como los afluentes de un gran río de mariposas, en el centro de México, en la convergencia de la Sierra Madre Oriental con el Eje Volcánico Transversal.

Una reducida zona boscosa de alrededor de cinco mil hectáreas se convierte en el santuario donde la monarca hiberna y luego se aparea, antes de volver al norte al despuntar la primavera.

Aunque para los científicos esto era un gran descubrimiento, para los pobladores de la región este fenómeno no era una novedad: desde tiempos remotos la monarca había estado presente en su vida cotidiana. Para los antiguos mexicanos, de hecho, la mariposa jugó un papel importante en su religión y sus mitos, y se le representó profusamente en sus artes.

Papalotl

Asociada al fuego y al movimiento del sol, la mariposa o papálotl representaba las almas de los guerreros muertos en batalla o en la piedra de sacrificio, que después de acompañar al Sol durante cuatro años regresaban, convertidos en mariposa, a libar el néctar de las flores. Y esto seguramente se aplicaba al caso de la mariposa monarca, hija del sol que con su migración simbolizaba la renovación cíclica de la naturaleza.

Fred Albert Urquhart

Once años después del descubrimiento, en 1986, reconociendo la importancia que esta región tenía para la conservación de esta especie, el gobierno mexicano decidió protegerla con la creación de la Reserva Especial de la Biósfera Mariposa Monarca, con lo cual poco más de 16 mil hectáreas de bosques fueron declaradas “áreas naturales protegidas para los fines de migración, invernación y reproducción de la mariposa monarca, así como la conservación de sus condiciones ambientales.”

Residencia de Verano para la Mariposa Monarca

Durante el verano, eI hogar de la monarca es un extenso territorio de cuatro millones de kilómetros cuadrados que abarca, de costa a costa, desde la frontera sur de Canadá hasta el sur de la Sierra Nevada, al oeste, las Rocallosas, al centro, y los Apalaches, al este. Esta región es abundante en algodoncillo, lengua de vaca o romerillo –Asclepias-, única planta de cuyas hojas se pueden alimentar las larvas de esta especie, que contiene un alcaloide tóxico que las hace inmunes a muchos depredadores y las provee de los pigmentos que le dan su peculiar coloración.

Larva de la monarca y algodoncillo (Asclepias incarnata)

Allá, los largos días y las altas temperaturas del verano le permiten madurar y reproducirse. Durante estos meses su ciclo de vida es como el de cualquier otra mariposa: viven de dos a seis semanas, se aparean, ponen sus huevecillos y, poco después, mueren.

Sin embargo, la generación de monarcas que emergen del capullo bajo el sol de septiembre tiene un destino totalmente diferente al de sus padres y abuelos. Después del equinoccio de otoño, y conforme los días se van haciendo más cortos y la temperatura desciende, la mariposa otoñal sufre una serie de cambios hormonales, conocidos como dispausia reproductiva, que impiden su maduración sexual y les permiten ahorrar energía y tener una vida mucho más larga que la de sus antecesoras.

Mariposa monarca

En vez de la necesidad de aparearse, la disminución de luz provoca en estas criaturas del sol una urgencia que es igualmente importante para la supervivencia de la especie: desplazarse hacia latitudes más cálidas donde puedan sobrevivir a los rigores del invierno, posponiendo sus rituales nupciales hasta la siguiente temporada. En otras palabras, la mariposa monarca debe ahora viajar para preservar la especie. Y si logran sobrevivir a las duras pruebas de la migración, estas mariposas pueden llegar a vivir hasta nueve meses, doce veces más que cualquier otra.

La Gran Travesía de la Mariposa Monarca

Después de acumular durante el verano suficiente grasa corporal para realizar el viaje, estos frágiles insectos emprenden un impresionante vuelo de hasta cinco mil kilómetros hasta llegar a los refugios de México. Viajan durante el día y por las noches duermen en grupos de hasta seiscientos individuos en los árboles que encuentran en el camino.

Migración de otoño hacia México

A una velocidad que va de 15 a 45 kilómetros por hora, dependiendo de la dirección e intensidad de los vientos, recorren más de 120 kilómetros por día, en jornadas de ocho horas. Procuran los valles abiertos por donde corren los vientos del norte, dejándose llevar por éstos con sus alas extendidas y rígidas, lo que les permite avanzar largos trechos sin gastar energía. Así, con buenas corrientes pueden llegar a recorrer los cinco mil kilómetros de migración en alrededor de un mes.

Mariposas Monarca en los bosques de México

Ya para mediados de noviembre, las verdes cañadas de los santuarios mexicanos, habitadas por oyameles (Abies religiosa), pinos y encinos, se van vistiendo, en oleadas sucesivas, de tonalidades ocres, cafés y anaranjadas. Las agujas de los árboles se cubren con la singular textura creada por las alas de los millones de monarcas que, en racimos, se van prendiendo de ramas y troncos. Las mariposas pasan así los rigores del invierno, en un estado de semi-hibernación que les permite conservar grasa y energía para lograr sobrevivir hasta la llegada de la primavera.

El retorno de las Mariposas Monarca a su casa

Cuando los días se van haciendo nuevamente largos y los rayos del sol comienzan a calentar el ambiente, anunciando la llegada de la primavera, las mariposas monarca despiertan de su letargo. Abren lentamente sus alas para que el calor penetre a sus cuerpos.

Poco a poco el cielo se va cubriendo con otro cielo, un cielo de mariposas, miles de mariposas que salen a buscar el néctar floral que les dará la energía necesaria para su retomo a casa. La luz y el calor del sol provocan la maduración de sus órganos sexuales, y nace en ellas la urgencia postergada: revolotean, se cortejan, se aparean…

Despertando de la hibernación en un tronco, Mariposas Monarca

Luego, sin previo aviso, como cuando emprendieron la travesía hacia el sur cinco meses antes, como si las rigiera un reloj interno que las apremiara a regresar a casa, cientos y cientos de mariposas levantan simultáneamente el vuelo, batiendo sus alas vigorosamente hasta que encuentren alguna corriente de aire ascendente que les permita iniciar el largo viaje de regreso. Su población está ya mermada; muchas han muerto por el frío, o por las lluvias, o por otros motivos. Durante la cópula, muchos machos han consumido sus últimas reservas de energía, y han muerto también antes del retorno.

Mariposas monarca en México

Pero entre las que logran emprender la jornada de vuelta están las hembras fecundadas, que irán depositando sus huevecillos en los diferentes parajes nocturnos del camino. Dos semanas después, éstos se convertirán en orugas, y éstas a su vez en crisálidas que, al final de la primavera ya serán mariposas. De ellas, sólo algunas permanecerán ahí, en el lugar en que nacieron, para repetir ahí el ciclo. La mayoría también emprenderá el vuelo hacia el norte, hacia un territorio desconocido para ellas, donde vivirán, se reproducirán y -como sus madres y un año antes sus abuelas y bisabuelas- morirán. Y tocará no a sus crías, sino a las de éstas, o a la generación siguiente, a aquéllas que emerjan del capullo durante el ocaso del verano, responder a esa urgencia que convocó un año antes a sus antecesores a emigrar, iniciándose así el ciclo nuevamente.

Los enigmas de la monarca

Aún es un misterio cómo la mariposa monarca que migra sabe la ruta que debe seguir, pues nuestras invernales huéspedes nacieron en los campos y bosques del norte del continente, y las que fueron procreadas en nuestro país nunca regresan a él.

La migración de las mariposas monarcas

¿Cómo consigue una primera generación de monarcas seguir una ruta de miles de kilómetros que jamás ha recorrido y que ni siquiera conocieron sus padres, sino generaciones anteriores a ellos? ¿Cómo sus descendientes, nacidos después del invierno en algún punto de la travesía hacia el norte, encuentran solos su camino hacia el lugar de origen de sus progenitores?

¿Cómo consigue un ser tan pequeño, tan indefenso, frágil y delicado, realizar y sobrevivir a un viaje tan largo y titánico, tan expuesto a las inclemencias del sol, del viento, de la lluvia, y a la amenaza del hombre? ¿Dónde en su pequeño cuerpo puede guardar tanta energía? ¿Qué la hace tan incansable? ¿Cómo un insecto puede ser tan imponente?

Mariposas monarcas en Michoacán, México

Muchas respuestas se han tratado de dar a algunos de estos enigmas, pero aún no hay una respuesta definitiva. Pero lo que sí es definitivo es que la mariposa monarca es uno de los seres más sorprendentes, más prodigiosos, y que mientras más conocemos de ella, más nos asombra. Ávida polinizadora de las flores, esta ciudadana del mundo es el más delicado y hermoso símbolo de la transformación y de la renovación cíclica de la naturaleza, pero ante todo de la persistencia de una especie por su propia preservación.

Por algo nuestros antepasados adoraron a la mariposa monarca. Por algo la debemos preservar nosotros.

Por: Guadalupe Quintana Pali

Última modificación el día 07/02/2022 por Puerto Vallarta Net